Llegaron los magos hasta donde se encontraba José, María y Jesús y
se postraron ante el Mesías para adorarle y le ofrecieron: oro como rey, incienso como Dios y mirra como hombre. Y se quedaron acampados los Magos por los alrededores con la intención de acudir
al día siguiente a ver a Herodes y contarle lo sucedido.